jueves, 22 de septiembre de 2011

Hay un momento en el que maduras, o aprendes a ser tu mismo. Te bajas de esos aires de prepotencia que hay sobre ti. Te quitas todo aquello que te hizo sentirte fatal, y decides ser tú, la mejor parte de ti. Y soy yo la que o está a tres metros sobre el cielo o a tres metros bajo tierra, la que ve blanco o negro, pero el gris no existe, la que hace algo porque piensa que eso es la mejor decisiones. La persona que no tiene miedo a fallar y pedir perdón, porque caer no significa perder. Porque aprendí que decir te quiero no era tan difícil, y era más idiota en el que no lo entendía que el que lo decía. Así pues me bajé de unos tacones de aguja de 50 cm, me quite aquellas frases que me hirieron tanto por fuera como por dentro, aprendí a poner los pies sobre el suelo, y lo último y lo más importante, pinté la vida de mil colores diferentes...

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